Segunda entrega
En la primera entrega sobre el crimen
de Hugo Quintana Bardelli se aprecia dos aspectos fundamentales: Las acciones
de inteligencia de la Dirandro realizadas en el 2012 a un grupo criminales extranjeros
que operaba con total impunidad en Lima dedicados en el trasiego de cocaína y
la presunta relación del crimen con la desarticulación de una red de policías que
operaba en el aeropuerto internacional Jorge Chávez del Callao.
Según los actuados recogidos de la
fiscalía antidrogas del Callao, se aprecia como consecuencia de los hechos
suscitados el 25 de junio del 2012 en el aeropuerto internacional de ciudad de
México donde murieron tres agentes federales; en Lima se aperturó una
investigación y posterior denuncia fiscal contra un grupo de efectivos de la Dirección
Antidrogas por su presunta participación en el trasiego de cocaína en el vuelo
019 de Aeroméxico procedente de Lima que arribó al DF.
De igual forma, la detención el 8 de abril del 2014 en el
AIJCH del ciudadano mexicano Sergio Gilberto Muñoz Reyes al intentar trasladar
13 kilos de clorhidrato de cocaína y la posterior detención de tres policías del
departamento de requisitorias destacados en el aeropuerto internacional Jorge
Chávez.
Contacto en Lima
La muerte de los agentes federales en el AICM motivó que
un ciudadano español que había sido trasladado desde Madrid a Lima, desistiera
en el contrabando de un alijo de cocaína. Situación que lo motivó acogerse a un proedimiento
especial y otorgarle la condición de testigo protegido bajo el seudonimo “Chavo”
a cambio de información.
Con los datos proporcionados por el informante se
iniciaron las acciones de inteligencia operativa para identificar a los
integrantes de la organización. En las acciones iniciales se pudo identificar a
“Capucha” un ciudadano boliviano que coordinaba con la “Mula humana”.
De esta
forma aparece Hugo Quintana coordinando con diferentes extranjeros en el
balneario de Asia, al sur de la ciudad de Lima. Según los actuados policiales
remitidos a la fiscalía, se aprecia la presencia de algunos representantes de
la mafia china que opera en Lima y tendrían conexiones en España y China.
El investigado -en ese entonces- “Mono chato” se
desplazaba en setiembre del 2012 en el vehículo BMW color negro de placa de
rodaje A2B-547 que adquirió con su pareja Laura Cambriani en febrero del 2012 y
luego lo vendió a Renzo Lara Bravo en el febrero del 2014.
En las escuchas legales e
información brindada por el testigo protegido "Chavo" se aprecia que
Jael Céspedes y Eduardo Sandoval señalan “iban a mandar al colaborador a la
ciudad de Madrid en setiembre del 2012, para lo cual habían comprado su pasaje
por la línea Air-Europa donde debía trasladar siete kilos de clorhidrato de
cocaína aproximadamente”.
Los narcos habían coordinado para
entregarle la droga en la sala de embarque del 2do piso del aeropuerto Jorge
Chávez; una vez que haya pasado los controles, la droga iba a ser acondicionada
en su maletín de mano que llevaría la “Mula humana” y cuando llegue a
Barajas, la recogería otra persona en la manga de la salida del avión.

Los efectivos policiales
sospecharon de una posible infidencia y luego procedieron a informar al fiscal,
situación que motivó la resolución “el procedimiento especial había concluido
para el testigo protegido "Chavo" porque no se había concretado la
operación”.
De esta
forma, las investigaciones contra la organización de extranjeros que opera en
el Perú con ramificaciones en México y España habían quedado en los archivos
policiales y de la fiscalía especializada. También se conoce que el grupo
especial de inteligencia que realizó las diligencias fue desactivado en enero del
2013.
Pronto la
tercera entrega…